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Estado psicosocial de la pobreza

La pobreza es definida como un estado de escasez o carencia material, en relación con una norma, o patrón, que define lo deseado y lo indeseado con respecto a una condición material. Así, la pobreza cobra forma sólo dentro del ámbito de las clases o estratos sociales. Inclusive países enteros serán percibidos en situación de pobreza de acuerdo a su posición económica relativa en función de los países del resto del mundo, y a su capacidad para satisfacer o no las necesidades de su población.

Generalmente, la pobreza es categorizada, de acuerdo a su severidad, en pobreza extrema y pobreza relativa. La primera se refiere a un estado de sobrevivencia, en el cual se cuenta con los recursos necesarios para subsistir. Por su parte, la pobreza relativa es una condición de sobrevivencia con dignidad, en la cual los individuos están en condiciones de adquirir los alimentos básicos necesarios, además de costear una serie de otros bienes y servicios básicos.

 

Aunque las causas y manifestaciones de la pobreza pueden ser diferentes, la humillación que la acompaña es universal. Las personas que se enfrentan a problemas económicos (incluidos los niños) notan un ataque casi idéntico a su orgullo y autoestima.

Pero a pesar de la clara evidencia que liga a la economía con las aflicciones psicológicas, las políticas que intentan atajar la pobreza no suelen tener en cuenta la vergüenza como un factor. Más bien, suelen hacer manifestaciones palpables como la falta de ingresos y educación. Como resultado, las soluciones a la pobreza tienden a asumir implícitamente que la mayor riqueza material o las mejores condiciones de vida se traducen automáticamente en beneficios intangibles, incluido un mejor bienestar mental. El estado mental de una sociedad puede acentuar o aportar en la lucha contra la pobreza. Esa es una de las conclusiones del informe “Mente, Sociedad y Conducta” del Banco Mundial (BM), que expone cómo el estado psicosocial de una persona juega un rol importante para que pueda o no salir de la indigencia.

Es más: la vergüenza, la falta de autoconfianza y una baja autoestima pueden afectar negativamente la percepción que las personas tienen de su propia habilidad de cambiar, sosteniendo una sensación de insuficiencia que puede debilitarles y atraparles en la miseria. Para ayudar a la gente hay que reforzar la visión de sus capacidades de actuar, de ser efectivos y de tener aspiraciones. DP.

Category
A. Sociohumanística