Dicen que lo único constante es el cambio. Por lo mismo, las universidades se han dado cuenta de que muchas de las futuras profesiones necesitan programas académicos que aún no existen, particularmente las relacionadas con la ingeniería. Y es que en unos años se necesitarán no solo más ingenieros, sino ingenieros especializados en distintos temas necesarios para seguir mejorando nuestra calidad de vida.
Pablo Andrés Solano y Fernando Loaiza, son ingenieros de alimentos y electrónico, respectivamente que dan su punto de vista del futuro de las ingenierías necesarias para el desarrollo de la humanidad, y que se adaptan al avance tecnológico.
La mano de obra es la que más se trata de reemplazar, por la rapidez que la máquina puede presentar, además que no descansa y que se busca con esto la producción a gran escala. Aquí la función del ingeniero es muy importante debido a que se puede optimizar procesos y mantener un ritmo adecuado de producción.
En la ingeniería de alimentos, rama de estudio de Solano, se aprovecha al máximo el desarrollo de productos a través de otros. Pero también implica la operatividad del proceso de producción de alimentos con los debidos standares de calidad, además que se complementan con otras ramas de la ingeniería para ofrecer un producto terminado.
En la electrónica, manifiesta Loaiza, la curiosidad es la base fundamental para investigar en la robótica y electrónica, buscando conocer cómo funcionan las cosas. De esta manera se recomienda interesarse por profesiones que tengan mucho campo de acción y que sean requeridas en el mundo moderno.
Finalmente, Pablo, cuenta un poco sobre un emprendimiento, producto de sus estudios de ingeniería en alimentos, como es una cerveza artesanal que busca ser un nuevo beneficio al mundo cervecero y que, siendo parte de la ingeniería del futuro, genera empleo y réditos económicos.