Desde 1981, militantes y activistas en favor del derecho de la mujer observaban el 25 de noviembre como día de protesta y conmemoración contra la violencia de género. La fecha fue elegida para honrar la memoria de las hermanas Mirabal que fueron brutalmente asesinadas, en 1960, por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo, las tres hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa).
El 20 de diciembre de 1993, la Asamblea General aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer a través de la resolución 48/104, marcando el primer paso hacia la erradicación de la violencia contra mujeres y niñas en todo el mundo.
Finalmente, el 7 de febrero 2000, la Asamblea General adopta la resolución 54/134, designando el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer e invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y a ONG a tomar manos en el asunto y coordinar actividades todos los años sobre esta fecha que eleven la conciencia pública.
La violencia de género puede ser física o psicológica, ejercida contra cualquier persona o grupo de personas sobre la base de su orientación o identidad sexual, que impacta de manera negativa en su identidad y bienestar social, físico, psicológico o económico.
Presenta distintas manifestaciones, como actos que causan sufrimiento o daño, amenazas, coerción u otra privación de libertades. Estos actos se manifiestan en todos los ámbitos de la vida social y política.
La brecha abarca distintos aspectos en los que las mujeres aún se encuentran en un terreno desigual en comparación con los hombres como, por ejemplo, en el mercado laboral, en su autonomía física, en empoderamiento o en cuestiones de salud reproductiva.
Si hablamos de esta brecha en el hogar podemos hablar del trabajo doméstico, el cual basado en estereotipos, suele recaer solamente en las mujeres. Ideas y frases como “las mujeres deben cocinar”, “las mujeres deben cuidar a sus hijos y atender al esposo” o “el hombre debe mantener a la familia” constituyen formas de violencia simbólica que repercuten no solo en la propia afectada sino también en los hijos e hijas, quienes tienen más posibilidades de repetir la misma desigualdad y violencia en su propia vida.
En general, la prevención de cualquier violencia es posible mediante la educación familiar, y un clima social en equilibrio con los valores que se les transmite a los hijos. Más que una educación específica, se deben revisar estilos educativos y comportamientos de adultos hacia los infantes.
Según datos de la ONU, en todo el mundo una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental. En Ecuador se han dado algunos pasos para combatir y eliminar la violencia contra las mujeres y niñas. En 2014 se estableció al Femicidio dentro del Código Orgánico Integral Penal como delito autónomo, además de colocar a la violencia psicológica como acción punible; y hace pocos meses se promulgó la Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, que tienen por objeto combatir estos actos en contra de niñas, adolescentes y mujeres adultas.
Es momento de reflexionar sobre ello. Las universidades, mediante la correcta formación pueden, y deben, participar de proyectos colectivos para diseñar un futuro más justo para mujeres y hombres, comprometiéndose activamente contra la injusticia. Si buscamos la excelencia, busquémosla también en este tema. DP.